Abbott frena iniciativa de su propio partido y preserva una industria multimillonaria en el estado
AUSTIN, Texas – El gobernador de Texas, Greg Abbott, vetó el domingo 22 de junio el controvertido proyecto de ley SB 3, que habría impuesto una de las prohibiciones más estrictas en Estados Unidos sobre productos derivados del cáñamo con tetrahidrocannabinol (THC). En lugar de firmar la medida, que había sido aprobada por la Legislatura de mayoría republicana, Abbott anunció una próxima sesión legislativa especial para establecer un marco regulatorio que sustituya la prohibición propuesta.
La medida buscaba eliminar del mercado todos los productos de cáñamo consumibles que contuvieran cualquier forma de THC, incluyendo los derivados delta-8 y delta-9, actualmente legales en Texas. De haberse aprobado, la ley habría criminalizado tanto su venta como su posesión y manufactura, afectando a miles de pequeños negocios y consumidores.
En su mensaje de veto, Abbott argumentó que la ley entraría en conflicto con la legislación federal —específicamente con la Ley Agrícola de 2018 que legalizó el cáñamo a nivel nacional— y advirtió sobre el riesgo de costosos litigios. “SB 3 habría puesto la ley estatal en curso de colisión con la ley federal”, señaló el gobernador.
El impacto económico también jugó un papel decisivo. Según el Texas Hemp Business Council, la industria del cáñamo en el estado emplea a más de 53,000 personas y genera más de 4.3 mil millones de dólares anuales. En un comunicado emitido tras el veto, el Consejo calificó la decisión de Abbott como una defensa de la innovación empresarial y de la salud pública. “Al elegir el equilibrio sobre el exceso, el gobernador protegió una industria vibrante y legal a nivel federal”, afirmó la organización.
El veto sorprendió a líderes republicanos como el vicegobernador Dan Patrick, ferviente defensor de la prohibición, y expuso divisiones dentro del Partido Republicano de Texas. Sin embargo, también fue celebrado por veteranos, empresarios y defensores del cannabis terapéutico, quienes advertían que la medida habría obligado a muchos pacientes a recurrir al mercado ilícito.
Abbott convocó una sesión especial que comenzará el 21 de julio, con el fin de legislar nuevas regulaciones para los productos de cáñamo. El gobernador sugirió modelos similares a los del alcohol, incluyendo límites de edad, envases a prueba de niños, límites de concentración de THC y restricciones de venta cerca de escuelas.
Mientras tanto, Texas sigue manteniendo leyes estrictas sobre la marihuana, con un programa médico muy limitado. La discusión en torno al cáñamo refleja el debate más amplio que vive el país sobre cómo manejar los derivados legales del cannabis tras la legalización federal del cáñamo en 2018.
Con esta decisión, Abbott no solo mantiene viva una industria pujante, sino que también abre la puerta a un debate crucial sobre salud pública, economía y libertades individuales en Texas.