Un estudio revela que inhalar concentrados eleva de forma notable las concentraciones plasmáticas y la intensidad percibida, aunque la sensación disminuye en menos de una hora
Un estudio publicado en el Journal of Cannabis Research confirma que la forma de consumir cannabis influye de manera directa en la cantidad de tetrahidrocannabinol (THC) absorbida y en la intensidad de los efectos experimentados.
La investigación, realizada con 252 consumidores frecuentes de productos legales, comparó cuatro modos de administración: dabbing, vapeo, bongs y porros.
El dabbing, que consiste en inhalar vapores de concentrados con niveles de THC de hasta un 90 %, fue el método que produjo las concentraciones plasmáticas más altas de manera inmediata tras el consumo.
Este pico superó de forma significativa al que se observó en quienes fumaron porros o usaron bongs, y fue superior —aunque con diferencias menos concluyentes— al registrado en los usuarios de vapeadores.
En términos de efectos subjetivos, quienes realizaron dabbing reportaron una sensación de intoxicación más intensa justo después de consumir. Sin embargo, esa percepción disminuyó en menos tiempo en comparación con otros métodos, mientras que el uso de porros y bongs generó un efecto menos intenso pero más prolongado.
Los autores destacan que esta combinación de nivel máximo muy elevado y reducción temprana de la intoxicaciónpodría favorecer un patrón de uso más frecuente para mantener la sensación deseada.
Este comportamiento puede implicar un riesgo adicional en personas con menor tolerancia o con poca experiencia en el manejo de concentrados de alta potencia.
El estudio aporta datos que confirman que no solo importa qué producto se consume, sino también la manera en que se administra.
Aunque los resultados se basan en adultos con consumo regular y no incluyen otras formas como comestibles, representan un paso relevante para comprender por qué el dabbing genera experiencias distintas y potencialmente más riesgosas que otros métodos de uso.



