La venta de cannabis de baja calidad y la seguridad armada en dispensarios comprometen la experiencia del paciente y distorsionan el sentido terapéutico del programa
El cannabis medicinal ha revolucionado el tratamiento de múltiples condiciones debilitantes, pero prácticas como la venta de “shake” y la presencia de guardias de seguridad en dispensarios generan preocupación en la industria.
Arturo Quiles, presidente de TERPA, y Natalia Quiles, vicepresidenta y encargada de la operación, enfatizaron la importancia de garantizar productos de alta calidad y un ambiente adecuado para los pacientes.
El “shake”, compuesto por restos de cannabis, es una opción económica para los pacientes, pero no garantiza la potencia ni la calidad necesarias para un tratamiento efectivo, a juicio de Quiles.
“El cannabis medicinal depende de la sinergia entre cannabinoides y terpenos, pero el shake carece de consistencia en su composición”, explicó.
Además, la falta de control de calidad y la exposición al aire reducen su efectividad. “Puede contener semillas, tallos o residuos de distintas cepas, lo que dificulta predecir sus efectos en el paciente”, añadió Natalia.
Desde la perspectiva de los propietarios de TERPA, la industria del cannabis medicinal debe enfocarse en ofrecer productos que cumplan con los estándares médicos adecuados, como flores de alta calidad, extractos, cápsulas y otros productos diseñados para el uso terapéutico de los pacientes.
“El objetivo del programa de cannabis medicinal es mejorar la calidad de vida de los pacientes. El shake, en muchos casos, no cumple con este propósito”, enfatizó Quiles.
Indicó, además, que en el caso de que la Junta Reglamentadora de Cannabis Medicinal (JRCM) no determine la eliminación de la venta del shake, al menos debería imponer un estándar de control más riguroso, destinándolo exclusivamente a productos de manufactura.
Otro aspecto de preocupación para Arturo y Natalia es la seguridad en los dispensarios, donde, a menudo, se emplean guardias armados. Este enfoque genera un ambiente intimidante que podría afectar negativamente la experiencia del paciente. “Los pacientes no deberían sentirse como si estuvieran entrando a un banco de alta seguridad o a una prisión. Los guardias armados contribuyen a crear una atmósfera desconectada de la realidad de un paciente que solo busca su tratamiento”.
A diferencia de las farmacias tradicionales, donde se expenden medicamentos de uso controlado, los dispensarios cuentan con estrictos protocolos de identificación.
“El refuerzo de medidas de seguridad perpetúa el estigma del cannabis como una sustancia peligrosa”, sostuvo Quiles. “Los dispensarios cuentan con sistemas de seguridad como cámaras, alarmas y personal capacitado para la atención de los pacientes. Esto debería ser suficiente sin necesidad de un ambiente intimidante”.