Budapest (EFE) – La estadounidense Sha’Carri Richardson, nueva reina de la velocidad tras destronar a la jamaicana Shelly-Ann Fraser-Pryce, culmina en Budapest la progresión de una meteórica carrera salpicada de extravagancias que incluyen un oscuro episodio tras la sanción que sufrió por consumo de cannabis antes de los Juegos de Tokio.
Hace poco más de dos años, a comienzos de 2021, la joven atleta texana perdió a su madre, una circunstancia que la hizo entrar en un delicado momento emocional. Poco después, a menos de un mes para los Juegos Olímpicos de Tokio, fue sancionada por consumo de marihuana y no pudo participar, llevándola a una depresión tras la cual anunció su homosexualidad, lo que conllevó todo tipo de comentarios en redes sociales.
Dos años después, con gran parte de las miradas del atletismo mundial centradas en ella, la aspirante a reina de la velocidad asaltó el trono definitivamente en Budapest.
A sus 23 años, Sha’Carri-Richardson, con sus 1,55 metros de estatura, aparte de dominar los 100 metros lisos, sabe llamar la atención. Lo hace con unas uñas extremadamente largas, pestañas postizas, desplantes con la prensa o con ciertas actitudes que desvían las miradas hacía su figura más allá del simple deporte.
Un ejemplo es cuando en el último Campeonato de Estados Unidos, en el que se ganó la plaza para Budapest, corrió con una peluca las semifinales y en la final, cuando se iba a dar la salida, se despojó de ella para enseñar su nuevo peinado.
No era la primera vez que lo hacía. Desde su irrupción en el panorama atlético mundial son habituales sus diferentes formas de llamar la atención y que la hacen ser, en algunos casos, un reclamo para ciertas marcas y un rechazo para otras.
Con su victoria en Budapest, Richardson toma el relevo como reina de la velocidad que le cede Fraser-Pryce, que, a sus 36 años, pasa el testigo de su corona a una atleta de la nueva generación de velocistas que ya había acreditado 10.71 como mejor marca.
La joven atleta estadounidense, luciendo un cuerpo plagado de tatuajes, paró el crono en la final en 10.65, récord de los campeonatos mundiales, y superó por siete centésimas a la jamaicana Shericka Jackson, que en el anterior Mundial en Eugene también fue plata, y por doce a Fraser-Pryce, que llegó a meta en 10.77.
Richardson celebró su victoria en el Centro Nacional de Atletismo de Budapest con la bandera de Estados Unidos y disfrutando de su triunfo junto a sus dos acompañantes en el podio, Shericka Jackson y Shelly-Ann Fraser-Pryce, que para este campeonato se tiñó el pelo de naranja.