Por Amanda Díaz de Hoyo
Con Cannas
Hace unas semanas me compré una camiseta que me pondré el 20 de abril (4/20).
Déjame escribirlo bien, la hora de los Waldos, aquellos jóvenes que en la década de los 70, se reunían a consumir cannabis allá en California y en franca alegoría a su atrevimiento, el mundo cannábico traslada a abril, el cuarto (4) mes, y su día 20, la conmemoración a la apertura del uso de la planta como medicina y como recreación.
Medio siglo más tarde, son muchos más los lugares que han abierto sus puertas al consumo, y falta mucho por investigar.
Quizás para quienes vivimos la prohibición del uso, no solo representa la legalización y un alivio, sino un acto de rebeldía contra un sistema que nos atiborra de anuncios de medicamentos desarrollados por los grandes conglomerados farmacéuticos 24/7 sin restricción alguna.
Ese descontrol ha permitido el uso y abuso de medicamentos comerciales de gran escala a tales niveles que los efectos secundarios se han disparado porque su uso no es momentáneo, sino de por vida. Las adicciones a fármacos recetados han sido una carga para el sistema de salud, para las familias y para los propios pacientes.
El uso de cannabis medicinal sustituye muchos medicamentos recetados y hasta los over the counter. Estos detalles forman parte de la resistencia a que se le de mayor apertura al cannabis y a otras sustancias naturales etiquetadas como “ilegales” a conveniencia de unos sectores en particular.
Un estudio sobre la reducción de medicamentos recetados realizado usando información de la parte D de Medicare durante los años 2010 al 2013 – cuando la apertura del cannabis medicinal aún no se había ampliado tanto en los EE.UU. – señala la caída considerable de fármacos recetados.
El estudio de Ashley C. Bradford y David W. Bradford titulado Medical Marijuana Laws Reduce Prescription Medication Use in Medicare Part D publicado en healthaffairs.org, dice que la disponibilidad del cannabis medicinal ha tenido un efecto significativo en los patrones de emisión de recetas y en la partida de gastos de la parte D de Medicare. El uso de cannabis medicinal según la preferencia de los pacientes responde a que representa una de las alternativas más sanas y sin efectos secundarios mayores y complicados como suele suceder con fármacos recetados.
Este detalle me hace deducir que al liberalizarse la propaganda de fármacos directamente a pacientes cuando antes se limitaba a médicos y ciertas publicaciones, no se contempló que tendrían que incluir los efectos secundarios. Por lo general, estos últimos son mayores que el remedio eficaz que se busca. Solo hay que ver uno de estos anuncios en televisión. Terribles.
Además de ello, hay otro estudio realizado por Mark Anderson, Medical Marijuana Laws, Traffic Fatalities, and Alcohol Consumption, disponible en journals.uchicago.edu, en el que indica que una vez se ha legalizado el uso de cannabis, se ha registrado una disminución de entre 8% a 11% de fatalidades en la carretera, en jurisdicciones estadounidenses donde se ha flexibilizado la ley.
Esto no quiere decir que es más seguro conducir bajo los efectos del cannabis que del alcohol, o a la sazón, de fármacos recetados potentes. Tal vez se relacione a cómo responde el cuerpo luego del uso o a que los pacientes tienen mayor conciencia sobre el uso. Sea cual sea la razón, nos falta mucho por aprender y estudiar.
Gracias a aquel 4:20, hemos adelantado mucho desde cuando resultaba conveniente mantenernos en el oscurantismo.
Sigamos rebeldes y felices este 4/20.