Redacción Ciencia, 4 de abril de 2022 (EFE) – Un equipo internacional de investigadores ha identificado 75 regiones del genoma asociadas al alzhéimer, 42 de las cuales nunca se habían relacionado con esta enfermedad. El hallazgo es esencial para mejorar la comprensión y el tratamiento del alzheimer.
Los detalles del estudio, realizado por investigadores de Europa, Estados Unidos y Australia y publicados este lunes en la revista Nature Genetics, aportan nueva información sobre los mecanismos biológicos involucrados y abren nuevas vías de tratamiento y diagnóstico.
El alzheimer -la forma más común de demencia- es una patología compleja y multifactorial.
Esta enfermedad sin cura suele aparecer después de los 65 años y tiene un fuerte componente genético. Se cree que la mayoría de los casos están causados por la interacción de factores genéticos con factores ambientales.
Para comprender mejor los orígenes de la enfermedad, uno de los principales retos de la investigación es caracterizar mejor sus factores de riesgo genéticos, identificando los procesos fisiopatológicos en juego, y proponer así nuevas dianas terapéuticas.
En este trabajo, coordinado por el director de investigación del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia (Inserm), Jean-Charles Lambert, los autores hicieron un estudio de asociación de todo el genoma (GWAS) sobre el mayor grupo de pacientes de alzheimer creado hasta la fecha.
Estos estudios consisten en analizar el genoma completo de decenas de miles o cientos de miles de individuos, sanos o enfermos, para identificar factores de riesgo genético asociados a aspectos concretos de la enfermedad.
El método permitió identificar 75 regiones (loci) del genoma asociadas al alzheimer, 42 de ellas nuevas.
“Tras este importante descubrimiento, caracterizamos estas regiones para darles un significado en relación con nuestros conocimientos clínicos y biológicos, y así comprender mejor los mecanismos celulares y los procesos patológicos en juego”, explica Lambert.
En la enfermedad de Alzheimer, hay dos fenómenos cerebrales patológicos que se conocen bien: la acumulación de péptidos beta-amiloides y la modificación de la proteína Tau, cuyos agregados se encuentran en las neuronas.
Este estudio constató la importancia de ambos procesos, ya que al analizar las distintas regiones del genoma confirmaron que algunas están implicadas en la producción de péptidos amiloides y en la función de la proteína Tau.
También descubrieron que en la enfermedad de Alzheimer hay una disfunción de la inmunidad innata y de la acción de la microglía (células inmunitarias del sistema nervioso central que actúan de “recolector de basura” eliminando las sustancias tóxicas).
Por último, el estudio demostró por primera vez que la vía de señalización dependiente del factor de necrosis tumoral alfa (TNF-alfa) está implicada en la enfermedad.
Todos estos hallazgos confirman y amplían los conocimientos actuales sobre los procesos patológicos implicados en la enfermedad y abren nuevas vías de investigación terapéutica.
A partir de los hallazgos del estudio, los investigadores también idearon una puntuación de riesgo genético para evaluar mejor qué pacientes con deterioro cognitivo desarrollarán, en los tres años siguientes a su manifestación clínica, la enfermedad de Alzheimer.
“Aunque esta herramienta no está pensada para su uso en la práctica clínica en la actualidad, podría ser muy útil a la hora de establecer ensayos terapéuticos para clasificar a los participantes según el riesgo y mejorar la evaluación de los medicamentos que se están probando”, detalla Lambert.
Para validar y ampliar sus hallazgos, el equipo continuará su investigación en un grupo aún más amplio y diverso, dado que la investigación genética se ha realizado, principalmente en poblaciones caucásicas.