Por Héctor Luis Coca Soto
Psicólogo Licenciado
Hemos mencionado antes que “aprender” es la palabra que mejor explica la razón de ser del cerebro. Esto significa que nuestro cerebro se amolda, adapta y habitúa a las experiencias y estímulos que recibe. No manejar bien el tiempo, llegar a la adultez arrastrando situaciones emocionales producto de experiencias de abuso en la niñez, no respetar las señales de estrés o venir de un hogar en el que nuestros modelos de crianza eran personas ansiosas son algunas de las situaciones que explican por qué funcionamos en un estado de prisa permanente.
En los últimos años, se ha hecho muy popular el tema de la relajación y tomar tiempo para hacer actividades placenteras. Hoy en día, las personas se preocupan cada vez más por tomar tiempo para la reducción de tensión y esto, a su vez, reduce la ansiedad. Es por ello que con más frecuencia escuchamos del término “mindfulness”, creado por el profesor y fundador de la Clínica de Reducción de Estrés, y el Centro de Mindfulness en Medicina, Cuidado de la Salud y Sociedad de la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts, Jon Kabat Zinn.
El profesor Kabat Zinn pasó temporadas con monjes budistas con quienes pudo observar que los beneficios de la meditación van más allá de relajar a las personas, sino que también influenciaba su estilo de vida. El concepto de “mindfulness” es una adaptación de la meditación tradicional budista a nuestra cultura y estilo de vida, sin perder su esencia.
En resumen, se trata de detenerte en el día los minutos que desees y prestarte atención. ¿Atención a qué? Atención a tus pensamientos, emociones y sensaciones corporales.
Los beneficios medidos de esta práctica son diversos, desde aumentar la capacidad de concentración, reducir la presión sanguínea y mejorar la actividad cardiovascular. Los doctores Daniel Goleman y Richard Davidson, este último, profesor de la Universidad de Wisconsin y graduado de la Universidad de Harvard, estudian los beneficios de la meditación mucho antes de que surgiera el concepto de “Mindfulness”. Ambos explican que la amígdala es el órgano responsable del estado de alerta y prisa, y está localizado en el cerebro medio, conocido también como “cerebro emocional”.
A esta parte del Sistema Límbico también se le atribuye la respuesta de coraje y el miedo. Goleman y Davidson indican que desde la amígdala hasta el Lóbulo Frontal -que es la parte ejecutiva de nuestro cerebro porque maneja el juicio, el sentido común, el orden, la capacidad analítica, la información y el autocontrol- existe toda una conexión nerviosa que se fortalece y nos permite reducir nuestra sensibilidad emocional cuando meditamos a diario.
Por medio de la meditación, habituamos nuestro cerebro a la tranquilidad. Cuando logramos la reducción de la intensidad emocional podemos ampliar la capacidad de pensamiento racional. Si vas a comenzar a meditar, es importante que tomes en cuenta las siete actitudes de “Mindfulness”; estas son:
∙ No te juzgues a ti mismo(a): Enfócate en ser proactivo(a) y objetivo(a).
∙ Paciencia: tolerancia para poco a poco mejorar la técnica.
∙ “Mente de Principiante”: verte y ver todo con curiosidad, como si fuera la primera vez
∙ Confianza: confía en el proceso
∙ No forzar: fluye sin querer avanzar
∙ Aceptación: acepta lo que sucede
∙ Deja ir
Permite soltar sin tratar de controlar lo que no puedes controlar. Comienza con cinco minutos diarios. Te exhorto a que continúes leyendo sobre “Mindfulness” y escuchando las conferencias de estos especialistas. Los resultados en el estado emocional son casi inmediatos.
Héctor Luis Coca Soto
Consultor en Adiestramiento y Manejo de la Conducta
Marginal Acuarela C-9 Guaynabo, PR 00969