Por Amanda D. de Hoyo
Descifrar el coronavirus se ha convertido en una verdadera carrera contra el reloj para científicos y legos que buscan contestaciones prácticas a fin de quitarnos el suplicio de esta pandemia. En ese busca y busca, el virus sigue mutando y contagia a millones en el mundo entero. Esto seguirá hasta encontrar una vacuna segura contra el mal y pueda ser administrada. Mientras eso ocurre, hay que buscar todas las vías alternas, y ahí entra el estilo de vida aderezado con cannabis medicinal.
Por iniciativa personal, comencé a buscar información sobre el COVID-19 y las investigaciones que han realizado diferentes grupos científicos del mundo entero con el cannabis como antiviral, entre otros atributos terapéuticos. Por los tabúes de años, las investigaciones sobre el cannabis han sido limitadas. Sin embargo, la experiencia del COVID-19 es definitivamente una oportunidad para promover mayores estudios contando con la realidad de los pacientes.
Sí, soy paciente de cannabis medicinal desde hace unos años. Aunque puede tomarse de manera frugal para quien desconoce del tema, médicos incluidos, no puede descartarse la cantidad de atributos que tiene la planta de cannabis Sativa a la hora de restaurar la salud.
En mi casa soy la única que utiliza la micro dosificación como parte de un tratamiento contra una condición crónica: cáncer en la sangre. Soy paciente de leucemia linfocítica crónica desde hace algunos años. Opté por el cannabis medicinal como una de las alternativas de medicina integral para tratar la condición con una mejor perspectiva.
Al surgir la pandemia, todos en casa tomamos en serio el encierro, las medidas estrictas de higiene y el uso correcto de las mascarillas. Sin embargo, el virus comenzó a contagiar a los miembros de la familia. Desde síntomas parecidos a los del catarro simple, hasta complicaciones respiratorias y hospitalización tuvimos como saldo. Eso sí, todos menos yo.
¿Qué he hecho diferente a los demás miembros de mi familia que contrajeron el virus? No mucho, a decir verdad. Todos usamos mascarillas e insistimos en el distanciamiento social. Lo único que hago distinto es la micro dosificación con cannabis medicinal, la Yoga física y meditativa, y haberme vacunado contra la pulmonía.
Lo que sé es que hay estudios realizados en los que los compuestos del cannabis presentan valiosas alternativas contra bacterias y virus. Entre estos voy a destacar Cannabis Compounds Kills Antibiotic Resistant Superbug , una investigación realizada en la Universidad de Mcmaster en Canadá, que fue una de las primeras que leí en enero de este año, y que ya me daba indicios de estar ante una nueva realidad sobre los tratamientos cannábicos. Esta investigación señalaba el potencial antibiótico del cannabis contra la temida bacteria come carne.
En 2010, el Instituto de Cáncer de la universidad de Nueva York publicó una investigación titulada Cannabinoids and Viral Infections, de la autoría de Carol Shoskes Reiss, en la que se detectaba la influencia de los cannabinoides en la respuesta celular del hospedero. Si consideramos que desde 1950 se sabe de la propiedad antimicrobiana del cannabis, tengo obligadamente que pensar que se ha perdido demasiado tiempo en realizar investigaciones en beneficio de la humanidad y no del bolsillo de unos pocos.
Con esta pandemia, cobra importancia el estudio de Buraredely y Mohan, titulado SARS-CoV2 induced respiratory distress: Can Cannabinoids be added to antiviral therapies to reduce lung inflammation. Con todos los atributos anti inflamatorios y anti virales, la respuesta es evidente. Aquí todo vale.
Sigo estudiándome. Quizá la mutación del COVID-19 que afectó a mi familia no pudo con mis cepas predilectas, o con la combinación de especias que uso a diario en mis alimentos. Lo cierto es que todas mis pruebas moleculares y serológicas son negativas. Por lo pronto, no habrá cambios en mi tratamiento cannabinol y mi leucemia también anda bajo control.
Aunque haya dudas en la respuesta de cada quien, en mi cuerpo funciona como esperaba.