Por Gaddiel Francisco Ruiz Rivera
Vivo con VIH desde el 2016 y, cuando supe que podía ser paciente de cannabis medicinal, dejé de buscar en ‘la calle’ las flores desconocidas con que acompañaba mi tratamiento, para evaluar la oferta legal.
Recuerdo mis primeras visitas al dispensario. Abrumado con tanta diversidad de productos, dudaba qué pedir. En cierta ocasión, un técnico, en la mejor disposición y simpatía posibles, me preguntó que por cuál condición era yo paciente de cannabis. “Tengo VIH”, le indiqué.
El carismático servidor me recomendó productos con dominancias en sativa. Él entendía que como estas levantan el ánimo, podían vigorizar a los pacientes con el “sistema inmunológico débil por el virus”, acompañando sus palabras con un ademán de ‘enguañangao’. Como la mayoría de los pacientes de VIH estamos bajo tratamiento y llevamos una vida saludable, procedí a explicarle los siguientes dos mitos.
EL MITO DEL USO AMBIGUO DE LOS TÉRMINOS
Como se educa poco sobre el virus y el síndrome, es común pensar que son la misma cosa, pero no son términos ambiguos. El VIH significa Virus de Inmunodeficiencia Humana, que ataca a ciertas células del sistema inmunológico llamadas clínicamente CD4. Si la transmisión no es atendida o detectada a tiempo, su daño a estas células se considerará una infección crónica de VIH.
El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida o sida se diagnostica cuando el conteo de CD4 que arroja un laboratorio es muy bajo. El cuerpo pierde su capacidad de luchar contra infecciones oportunistas que aprovechan la vulnerabilidad, ocasionando daños dependiendo de los agentes envueltos. Algunos problemas comunes pueden ser: enfermedades dérmicas, pulmonares o estomacales, pérdida de masa corporal, dolores musculares o neuropáticos. Al avanzar la enfermedad, el paciente muere.
EL MITO DEL ENGUAÑANGAMIENTO
The Medical Cannabis Guidebook (2014) reseña múltiples estudios en torno a los usos de los cannabinoides llamados tetracannabinol (THC) y cannabidiol (CBD), en los que demuestran que el cannabis dosificado es un aliado potencial para los tratamientos del VIH.
Unos estudios demostraron por distintas vías la cualidad de estos cannabinoides para aumentar tanto el apetito como la masa muscular de pacientes en etapas crónicas. Otros demostraron su efectividad como antiemético, capaz de aliviar náuseas y vómitos, su influencia positiva en el sistema inmunológico y sus varias cualidades antiinflamatorias.
La intuición del ‘budtender’ que les conté aún no es correcta para personas en etapas crónicas de una infección de VIH. Algunos cannabinoides asociados al estímulo del apetito suelen ser de dominancia índica o ser cannabinoides no psicoactivos.
Entonces, ¿cuáles son las razones por las cuales los pacientes viviendo con VIH, con adherencia al tratamiento y niveles estables de CD4 recurrimos al cannabis medicinal? Casi tan variadas como los productos mismos.
En un próximo espacio, escribiré sobre los usos del cannabis como aliado del paciente en el tratamiento del virus y contra su avance y sobre un tercer mito en torno al sida relacionado al acceso a la medicación.
El autor cuenta con una licencia ocupacional de Manufactura.