Cuando has ido a una tienda de pinturas te has preguntado ¿de dónde salen estos nombres? O cuando has pasado frente a la sección de productos de belleza de una tienda por departamento has pensado ¿quién se dedica a ponerles los nombres a los esmaltes de uñas o a los lápices de labio? El nombre de estos productos deben ser simples a la vez lograr que el consumidor visualice cómo quedarán los colores cuando sean aplicados, y eso forma parte de las responsabilidades del equipo de mercadeo y desarrollo de una marca.
El “naming” se refiere al proceso creativo mediante el cual se nombra una marca, producto, negocio, organización o concepto promocional. Este es uno de los retos más grandes que enfrentan los emprendedores al lanzar una marca o los gerentes de marcas al desarrollar un concepto promocional. ¿Qué nombre le ponemos?
El nombre debe comunicar y construir la personalidad, valores y voz de la marca, debe causar impacto y ser memorable. Es por esto que el proceso de “naming” presenta el reto de decir tanto en pocas palabras.
Los principios básicos del “naming” son:
- Estrategia
- Que el nombre sea consistente con la estrategia de la marca. Que se construya en base a los valores, atributos, experiencias y emociones que la marca desea transmitir.
- Creativo
- El nombre debe ser breve, sencillo, flexible, con significado y memorable.
- Ejecución
- Un buen nombre tiene que ser fácil de escribir y pronunciar, no debe tener asociaciones negativas en español ni en inglés, puede registrarse y su domain debe estar disponible.
Invertir en una estrategia de “naming” es invertir en el valor de la marca.
Un buen nombre no puede hacer que un mal producto sea bueno, sin embargo, un buen producto con un buen nombre hará que la experiencia del usuario sea memorable y adopte la marca.
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