Washington, 2 abr (EFE) –Tratamientos con escasa literatura médica que los respalden, test rápidos e inversión acelerada en investigación para vacunas, así están intentando luchar contra el coronavirus las autoridades de Estados Unidos, donde el virus ya ha dejado más de 234,000 infectados y 5,607 fallecidos.
A pesar de haber reaccionado algo tarde, existen indicios que llaman a la esperanza para el país con más casos de coronavirus del mundo, pues ha dado grandes pasos hacia el desarrollo de su propia vacuna y ha puesto en circulación nuevos test con los que quiere acabar con las esperas de horas y hasta días que algunos estadounidenses tienen que soportar para saber si están contagiados.
MEDICAMENTOS SIN TESTAR
Ante la ausencia de tratamientos del coronavirus con respaldo científico, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) aprobó de urgencia esta semana un plan para distribuir millones de dosis de hydroxycloroquina y cloroquina, dos medicamentos empleados para tratar la malaria y que ahora son usados en los pacientes graves de COVID-19 a pesar de que no hay suficientes estudios que respalden sus beneficios.
Desde la agencia aseguran que aunque existe poca literatura médica que indique que puedan servir para mitigar los síntomas de los cuadros más agudos, el riesgo se ve sobrepasado por los posibles beneficios.
Sin embargo, algunos expertos se han mostrado preocupados por este paso dado por la FDA, pues, a falta de estudios concluyentes, consideran que los efectos secundarios de estos medicamentos pueden suponer un peligro si se extiende su uso, especialmente para personas con cardiopatías o que toman medicinas que reducen el ritmo cardíaco.
Aun así, la combinación de la hydroxycloroquina y la cloroquina ha estado usándose en hospitales de todo el mundo contra la COVID-19.
Además, el Gobierno de EE.UU. autorizó el 24 de marzo a los médicos de todo el país usar el plasma de pacientes que se recuperaron del coronavirus como tratamiento para aquellos en estado crítico.
TESTS MÁS RÁPIDOS
Del 20 de marzo al 1 de abril EE.UU. pasó de realizar 103.6 test diarios por cada millón de habitantes a 304.7, situándose solo por detrás de Italia, según Our World In Data, un proyecto en el que participa la Universidad de Oxford,
Esto se debe en parte al desembarco en el país de los llamados test rápidos, que permiten conocer “in situ” los resultados en menos de una hora, en contraste con las esperas de horas o días de las pruebas que se deben enviar a un laboratorio.
El pasado 22 de marzo, la FDA aprobó el uso de emergencia de una prueba desarrollada por el laboratorio Cepheid que permite diagnosticar en aproximadamente 45 minutos el coronavirus.
Seis días más tarde, la agencia dio luz verde a un test fabricado por Abbot que da los resultados en menos de 15 minutos, aunque también lo autorizó solo para uso de urgencia. Esa farmacéutica precisó que puede ofrecer resultados positivos en cinco minutos, y negativos en trece.
La farmacéutica aseguró además que tiene intención de entregar 50,000 pruebas diarias al sistema sanitario del país. Asimismo, indicó que espera producir en torno a 5 millones al mes.
Aún así, muchos estados no están siendo capaces de realizar todos los tests pertinentes o se les acumulan las muestras a analizar en los laboratorios.
Este es el caso de California, el estado más poblado del país, donde según datos de The COVID Tracking Project solo se han realizado 31,038 test y donde 59,100 personas están a la espera de resultados; una cifra alarmante si se tiene en cuenta que Nueva York ha realizado más de 220,000 pruebas, a pesar de que allí residen 20 millones menos de habitantes.
INVERSIÓN PARA ENCONTRAR UNA VACUNA
A mediados de marzo se hizo público que el presidente Donald Trump intentó hacerse sin éxito con el derecho exclusivo de una potencial vacuna contra el coronavirus, desarrollada por una empresa alemana. Solo una horas después, en EE.UU. se iniciaban las pruebas de otra vacuna en seres humanos.
Fue en Seattle, en el estado de Washington -uno de los más afectados en ese momento-, donde el Instituto de Investigación Sanitaria Kaiser Permanente empezó el 16 de marzo a administrar esta vacuna a 45 voluntarios sanos de entre 18 y 55 años, que ese día entraron a formar parte de este ensayo clínico de seis semanas.
La vacuna, desarrollada por Kaiser Permanente y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, se denomina RNA-1273.
Otros laboratorios del país están también tratando de encontrar una vacuna contra el nuevo coronavirus, como Johnson & Johnson, que firmó un contrato de $1,000 millones con el Gobierno federal para garantizar la fabricación de más de mil millones de dosis.
Aunque esta empresa ha dicho que no cree que pueda empezar las pruebas en humanos antes de septiembre y reconoce que, como pronto, su vacuna estará lista a principios de 2021.
Por su parte, la Universidad de Pittsburgh publicó este jueves un estudio en el que declaraba haber probado con éxitos en ratones una vacuna que neutraliza el virus SARS-CoV-2 causante de la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, la institución matizó que el estudio clínico en humanos se demorará meses.