Por Limary Ríos Camacho, MD
Las cientos de millones de personas que sufren de dolores crónicos necesitan un tratamiento seguro y efectivo. Sin embargo, los fármacos disponibles no ofrecen esta alternativa. Hasta hace poco, solo teníamos disponibles los agentes antiinflamatorios no esteroidales (NSAIDS) y los medicamentos controlados llamados opiáceos. Ninguno de estos es tan seguro como el cannabis medicinal (A. Reiman, etal. 2017).
Los opiáceos son una de las drogas más adictivas y su abuso puede ser fatal. Los NSAIDS son altamente efectivos en disminuir el dolor causado por la inflamación, pero su uso prolongado puede causar efectos secundarios peligrosos como sangrado gastrointestinal, problemas renales y hasta ataques al corazón y apoplejías (derrame cerebral).
El cannabis medicinal se ha convertido en una alternativa popular a otros fármacos utilizados para el dolor ya que causa menos efectos secundarios y no hay riesgo a tolerancia o sobredosis. Así que las personas ahora tienen una alternativa para cambiar medicamentos peligrosos y adictivos por una alternativa más segura.
El THC es el cannabinoide psicotrópico, o sea, causa lo que se conoce como el “high”. El CBD es el segundo cannabinoide mejor conocido, y no es psicotrópico. Ambos son los cannabinoides más abundantes y mejor estudiados en la industria del cannabis medicinal. Se han publicado muchísimos estudios acerca de sus propiedades para aliviar el dolor en los humanos.
Además de los cannabinoides, cada planta tiene una mezcla de otros componentes importantes como los terpenos y flavonoides. Todos estos componentes trabajan juntos o en sinergía para producir el alivio al dolor. Por esta razón se recomienda utilizar la planta como tal con su CBD, THC y su mezcla de componentes naturales. Esto es lo que se conoce como el efecto “entourage”.
El THC y el CBD trabajan diferente si se separan. Mientras que unidos ayudan a disminuir los efectos secundarios y aumentan su eficacia. Se ha confirmado que el CBD contrarresta el efecto sedativo, el “high”, la ansiedad y las palpitaciones algunas veces asociadas al THC. También se ha encontrado que extiende la vida media (duración ) del THC, lo cual extiende los efectos analgésicos (alivio del dolor). Esto ha permitido que se utilicen altas dosis en dolores causados por condiciones como: esclerosis múltiple, dolor neuropático, color intractable en cáncer y la artritis reumatoide. Además, se ha demostrado que si une el THC y CBD el paciente tendrá mayor eficacia en estos tipos de dolor.
La ciencia detrás de todo esto son los receptores CB1 y los CB2 que son parte de nuestro sistema endocannabinoide.
Por ejemplo, el THC se une a los receptores CB1 e impacta los sistemas serotonérgicos, dopaminérgicos y glutamato. Esta acción contribuye a sus beneficios en mejorar el dolor.
Un estudio publicado por Amanda Reiman, en junio de 2017, encontró que 97% de los pacientes medicados con cannabis medicinal pudieron disminuir el uso de los opiáceos.
En el tratamiento para el dolor, algunas veces se necesitará medicar a un determinado paciente con una dosis más alta de CBD que de THC ya que el CBD puede ayudar a tolerar los efectos del THC y a la misma vez proveer efectos antiinflamatorios adicionales.
Esto también puede ayudar a la persona a funcionar de día. Otras veces se prefiere una dosis más alta de THC en casos donde se necesite sedación o distraer la mente del dolor.
La ventaja en Puerto Rico es que la ley exige que la cantidad de THC y CBD esté descrita en las etiquetas de los medicamentos. De esta manera, se conoce qué y cuánto se está consumiendo.
Si usted está considerando abandonar su tratamiento, es importante que consulte con su médico antes de tomar dicha decisión.
La autora es educadora en cannabis medicinal y directora de Dispensarios 420 (787)378-5463