Lisboa, 22 sep (EFE) – La covid-19 y las restricciones de movilidad impuestas para combatirla han afectado al mercado de la droga en Europa, donde aumentó el consumo de cannabis y benzodiazepinas en detrimento de otras sustancias, como la cocaína, y los traficantes aceleraron su adaptación al mundo digital.
Es una de las principales conclusiones de los efectos del coronavirus en el consumo de drogas que recoge el Observatorio Europeo de las Drogas y Toxicomanías (EMCDDA, en sus siglas en inglés) en su último informe, presentado hoy en Lisboa.
Aunque el documento expone las tendencias de consumo hasta finales de 2019, incluye algunos “estudios rápidos” sobre qué ha cambiado durante los meses de primavera, en los que se impusieron confinamientos en Europa para trabar la expansión del virus.
Y el impacto inicial en los patrones de consumo fue un “menor interés en el consumo de sustancias habituales en contextos sociales (por ejemplo, MDMA, más conocida como éxtasis, cocaína), pero un aparente mayor consumo de otras sustancias en ciertos grupos (por ejemplo, cannabis, nuevas benzodiazepinas)”.
También subió el consumo de drogas lícitas, como el alcohol, ha expuesto en rueda de prensa el director del Observatorio, Alexis Goosdeel, quien ha remarcado la necesidad de estudiar la situación en los próximos meses para saber si se trata de cambios permanentes.
En cualquier caso, cree que la pandemia “ha contribuido a exaltar la transformación del mercado de drogas”, que ante las restricciones de movilidad y la consiguiente imposibilidad de vender en la calle se ha lanzado de forma definitiva a su transformación digital.
Especialmente a través de la llamada “darknet”, la parte oscura de internet, donde se han impulsado “las plataformas de las redes sociales, así como servicios de paquetería y entrega a domicilio”.
Pero el negocio minorista no es el único que se ha renovado, también el mayorista, es decir, los grandes envíos de droga de los grupos de crimen organizado, que han demostrado ser “sumamente resilientes”, en palabras de Goosdeel.
Hubo menos tráfico por transporte aéreo de pasajeros, otra actividad fuertemente afectada por la Covid, pero a cambio se ha mantenido el tráfico por vía marítima “en los niveles previos a la pandemia”, apunta el Observatorio.
Tampoco hay grandes cambios en la producción de drogas sintéticas y el cultivo de cannabis en Europa.
Mientras, el consumidor también ha vivido sus propios cambios.
Por una lado, contó con un menor apoyo en las primeras semanas por parte de los servicios de atención y apoyo a drogodependientes, que se vieron “gravemente alterados”, con cierres o reducción de servicios “muy importante”, explicó Goosdeel.
La situación se ha solventado en parte con soluciones creativas como la “telemedicina”, que el director del Observatorio considera que abre la puerta a nuevas formas de trabajar con personas que consumen drogas.
Pero si nueva es la solución, también pueden serlo algunos desafíos para consumidores de drogas ante la Covid.
Por ejemplo, el riesgo de infección. Aunque Goosdeel ha remarcado que no se dispone aún de datos para llegar a conclusiones definitivas, el informe destaca que pueden afrontar más posibilidades de contagio por compartir sustancias o la preparación de las mismas.
“Lo que podemos imaginar son sus vulnerabilidades de salud, y eso los expone a un mayor riesgo” en caso de contagio, ha explicado.
Sin olvidar que la crisis económica derivada del coronavirus conlleva “un riesgo potencial” añadido.
“A medida que las repercusiones económicas de la crisis se hacen sentir, algunas personas de nuestras comunidades pueden volverse más vulnerables a los problemas de drogas y a la participación en el mercado de drogas”, sostiene en director del Observatorio.
Retos que habrá que observar en próximos meses y que se suman a los ya detectados a finales de 2019, como una mayor incautación de envíos de grandes cantidades de cocaína, resina de cannabis y, cada vez más, heroína, transportadas por mar.
En este apartado, se ha destacado especialmente el aumento de muertes por sobredosis en mayores de 50 años, que han crecido un 75 % en los últimos seis años.