Viena, 7 may (EFE) – Las medidas para luchar contra la pandemia están alterando el mercado de la droga, abriendo nuevas rutas de tráfico y reduciendo la oferta de algunas sustancias, pero también aumentando el riesgo de sobredosis y de que más campesinos que tengan que recurrir a esos cultivos ante la crisis económica.
Así lo advierte la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) en “COVID-19 y la cadena de suministro de droga: de la producción al tráfico y consumo”, un análisis sobre cómo la pandemia está sacudiendo también el negocio del narcotráfico publicado este jueves en Viena, donde ese organismo tiene su sede.
La ONUDD señala que el cierre de fronteras, las restricciones de movimiento o la paralización del tráfico aéreo están afectado de distinta manera a diferentes drogas.
FALTA DE RECOLECTORES DE OPIO
Por ejemplo, la cosecha del opio en Afganistán, que suele prolongarse de marzo a junio, puede verse afectada por la escasez de recolectores debido a las restricciones de movimiento.
La producción de heroína en este país también podría verse reducida por la falta de productos químicos importados necesarios en el proceso.
Respecto a la cocaína, mientras en Colombia y Perú parece que la producción está bajando, en Bolivia “la turbulencia política de 2019 y los recientes desafíos relacionados con la propagación de la COVID-19 parecen limitar la capacidad de las autoridades estatales para controlar el cultivo de arbusto de coca(…)”, dice la ONUDD.
Respecto al tráfico, las drogas sintéticas, como la metanfetamina, que suelen viajar de contrabando por avión en el equipaje o el cuerpo de particulares, serán las que tendrán más dificultades de distribución.
DEMANDA DE CANNABIS
El cannabis, por contra, que suele producirse cerca de los mercados de consumo, sigue introduciéndose a gran escala desde el Norte de África hacia Europa.
De hecho, la ONUDD dice que hay indicios de que las medidas de cierre y confinamiento en Europa “pueden llevar a un aumento de la demanda” y, por tanto, del tráfico de esta droga en el futuro.
Respecto a la heroína, que viaja principalmente por rutas terrestres, está empezando a moverse en mayor medida por mar, como demuestran los crecientes alijos en el Océano Índico, para evitar los controles relacionados con la lucha contra la COVID-19.
La cocaína, de momento, sigue moviéndose hacia los mercados de consumo, como muestran la grandes incautaciones en Europa y Latinoamérica, aunque el informe señala que “hay señales de una reducción del flujo”.
MÁS SOBREDOSIS Y SIDA
Los problemas de distribución pueden acarrear una acumulación de droga en manos de los traficantes, tal y como parece mostrar la reducción del precio en la mayoría de los países productores.
Esa acopio de mercancía, alerta la ONUDD, puede traducirse tras el levantamiento de las sanciones en “un aumento de la disponibilidad de drogas baratas de alta pureza, que podría conducir a un aumento del riesgo de sobredosis”.
La escasez de heroína en las regiones de consumo, como Europa, América del Norte y el Sudoeste asiático, puede llevar a los adictos a sustituirla por sustancia más dañinas producidas localmente, como el fentanilo, un analgésicos sintéticos 50 veces más potente.
Otros patrones de conducta peligrosos derivados de esta falta de droga en la calle puede ser un mayor consumo de sustancias por vía intravenosa y que se compartan jeringuillas, con el consiguiente riesgo de transmisión de enfermedades como el SIDA, la hepatitis C o incluso la propia COVID-19.
POBREZA Y DROGA
La ONUDD también advierte de que la crisis económica afectará especialmente a las personas que ya hoy son más vulnerables.
“La situación socioeconómica más precaria puede propiciar el consumo de sustancias y agravar el uso dañino de drogas entre la población”, señala ese organismo de la ONU.
Las dificultades económicas puede provocar en algunos países que más gente recurra a la producción de droga para sobrevivir, como campesinos en Latinoamérica o Afganistán, o sean reclutados por mafias del narcotráfico.