Montevideo, 7 oct (EFE) – Pese a su corta historia de vida como producto aprobado para el consumo en muchos países, el cannabis medicinal ha comenzado a crecer al punto de convertirse en un negocio “de tiempo” pero con mucho futuro.
Así lo aseguró este miércoles Leonardo Isoardi, socio de la firma uruguaya CPA Ferrere, durante el webinario “Cannabis medicinal en Uruguay, ¿oportunidad de inversión?”, organizado por la Cámara Oficial Española de Comercio, Industria y Navegación de Uruguay (Camacoes).
Isoardi, que trabaja como asesor de empresas del sector del cannabis medicinal desde 2013, año en que Uruguay se convirtió en pionero a nivel mundial en legalizar la venta y el cultivo de marihuana para uso recreativo, detalló que la comercialización de los insumos de la planta con fin medicinal tiene hoy “una gran potencialidad”.
Si bien aseguró que cada vez son más los países que buscan “desregular” y permitir la venta de medicamentos con cannabis, el experto resaltó que se trata de un negocio donde el tiempo es clave, ya que hay dificultades en plazos y normas y, a la vez, emergen nuevos competidores.
“Esto es un negocio de tiempo, el precio ha caído de un año a otro y eso se da porque hay más oferta. Sin duda todavía la demanda supera muchísimo a la oferta pero en la medida que no nos apuremos y logremos exportar, los márgenes se empiezan a achicar”, enfatizó.
Por otra parte, Isoardi explicó que para Uruguay son varios los desafíos por delante, ya que si bien cuenta con una base de experiencia tras aprobarse la ley bajo el gobierno de José Mujica (2010-2015), la exportación de cannabis medicinal estaba estancada y recién comienza a abrirse.
Por ello, destacó los decretos aprobados este agosto por el Ejecutivo para habilitar la exportación de productos de cannabis medicinal, que permitieron agilizar trámites internos para las empresas, e indicó que a nivel latinoamericano ha crecido el negocio.
Durante la charla virtual, presentada por el presidente de Camacoes, José Pedro Derrégibus, Isoardi explicó que más allá de Colombia, principal competidor regional de Uruguay, Paraguay y Perú, a un ritmo más lento por la pandemia, comenzaron a potenciar su producción, mientras que Brasil se perfila como el gran comprador.
A nivel global, el socio de CPA Ferrere detalló que Alemania se posiciona como el mercado europeo más grande y estimó que Estados Unidos (con 33 estados que lo aprueban) y España se proyectan como potenciales mercados.
Finalmente, Isoardi subrayó que a futuro Uruguay deberá ser ágil y comenzar a exportar el producto -tanto en su variedad psicoactiva como no psicoactiva- a mayor escala.
“A 2023 si cambia la normativa y logramos que la capacidad para poder exportar se logre deberíamos exportar más de $1,000 millones al año, que parece mucho pero no es tanto”, concluyó.