Montevideo (EFE) – El profesor y químico checo Lumir Hanus, referente internacional de la investigación en cannabis, asegura que es muy importante que haya una “desestigmatización” de la planta de marihuana para su uso en tratamientos médicos que, apunta, sigue “en pañales”, avance.
Así lo expresó en una entrevista con la Agencia EFE, durante su visita a Montevideo para brindar una conferencia, el profesor retirado de la Universidad Hebrew de Jerusalén, quien manifestó que, aunque nunca fue partidario de la legalización total de la marihuana, cree que debe ser legalizada para que su uso médico aflore y se expanda.
En ese sentido, Hanus, que fue invitado por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria de Uruguay (INIA) para brindar una conferencia en el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, considera que el estigma sobre los efectos psicoactivos de la planta no debe interponerse en el camino del uso medicinal.
Es así que, si bien detalla que el primer uso con fines medicinales de la marihuana se remonta a hace 4500 años, para el científico checo ese tabú, que, dice, surgió cuando en 1937 en Estados Unidos se la consideró una planta “peligrosa”, sigue vigente y debe ser derribado.
“Es muy importante que haya una desestigmatización, que sepamos que esto es medicina, porque muchos componentes tóxicos que pueden matarte en pequeñas dosis son medicina, así que todo es una cuestión de cantidad”, subraya.
El profesor, que trabaja actualmente en la compañía especializada en tratamientos basados es cannabinoides para mujeres Asana Bio Group, opina así que, si bien cree que habrá una salida hacia la legalización de la marihuana a nivel global en un futuro cercano, Estados Unidos debe habilitarla.
“Mi opinión es que cuando sea legalizado a nivel federal en Estados Unidos va a ser legal en todo el mundo, porque cuando algo es ilegal en Estados Unidos es un problema en todos los demás países”, resalta.
De todas formas, el químico, que se inició en los estudios del cannabis en 1970 y se formó con el célebre profesor Raphael Mechoulam -que determinó la estructura y síntesis total de la molécula del tetrahidrocannabinol (THC)-, insiste en que hoy el tratamiento con cannabis sigue aún en una etapa inicial y tiene varios desafíos por delante.
“La situación es muy complicada, porque para los diferentes pacientes y enfermedades hay diferentes quimotipos y dosis diferentes, porque lo que es mucho para un paciente no es suficiente para otro. Entonces debemos resolver este problema”, puntualiza.
El experto, que fue uno de los descubridores del endocannabinoide “anandamida”, que ayudó a comprender la importancia del uso de cannabis para la salud humana, estima además que en tanto el nuevo “boom” farmacéutico en torno al cannabis parece buscar solo dinero, la riqueza real debe estar en ayudar a los pacientes.
En esa línea, Hanus destaca que el cannabis, aunque no “cura”, puede ayudar a paliar una variedad de síntomas, incluyendo el dolor y las náuseas, que sufren personas con cáncer, diabetes o asma, entre otras enfermedades y recalca que no hay por qué temer el uso de la planta.
“(Considerar al cannabis como medicina) aún es un problema para los médicos, para los científicos, muchos rechazan la ciencia del cannabis porque dicen: ‘no quiero tener problemas’. No es problemático, yo trabajé con esto 49 años y nunca tuve problemas”, apostilla.
En ese plano, Hanus, que dijo haber consumido marihuana en su época de estudiante, destaca que, aunque sí es peligrosa para los más jóvenes porque afecta a su materia gris en desarrollo, a diferencia de otras drogas de uso recreativo, la marihuana no genera una alta dependencia.
“Si lo pruebas después de los 25 años no daña tanto como cuando eres joven; y con el cannabis no se trata de la dependencia, los estudiantes consumen pero en general cuando terminan de estudiar o cuando se casan paran. Si fueran dependientes como con el alcohol o el tabaco seguirían”, estima.
Por otro lado, Hanus esgrime que la situación tanto para el uso recreativo como medicinal del cannabis es diferente en cada país y, por ende, no es lo mismo lo que sucede con Canadá, Israel y Uruguay donde es legal, que en Estados Unidos, donde puede serlo o no según el estado del que se trate.
“En diferentes países hay diferentes situaciones y se necesita cooperación, conocimiento, que se difundan los estudios clínicos porque algunos países dicen que no se puede usar sin estudios clínicos propios”, concluye.
Alejandro Prieto